Y a los que más tuvimos que correr delante de los grises, ahora nos llaman franquistas.

¡Hay que joderse con la que nos ha caído encima!

Con la de tiros que lleva uno pegados… Ahora resulta que los que no estamos de acuerdo con la fantasmada esta del referéndum ilegal y de pacotilla que quieren montarnos para el 1 de octubre, somos todos nada menos que unos franquistas, ¡manda cohones…! Y, para que quede bien claro y no se ande nadie con dudas, el otro día amaneció Farselona empapelada con el careto de Paco el Rana, vestido de Generalísimo con todas sus medallas y sus escarapelas –ésas que se puso para agradecerse a sí mismo toda la cantidad de personal, viejos, mujeres y niños incluidos, que dejó tirados por las cunetas en Badajoz, en la Carretera de Málaga, y por todo el resto de España, convertidos en carne para hamburguesas–, diciéndonos que no votáramos, y comparando al “Prusés” con la República. ¡Joder, vaya susto que nos pegamos al verlo…!

Y es que no hay por dónde agarrarlo de lo mal parido que les está saliendo, si hasta tienen a la Colau y al Picharelo despistados, que se ponen a favor o en contra según sople el viento, o a días alternos…

Vaya, que nos escagarrinamos tanto al ver aquellos carteles, que tuvimos que meternos corriendo en el primer bar que encontramos abierto para poder ir al lavabo, porque nos íbamos por la pata abajo de puro canguelo. Y allí, en la soledad más reservada y clandestina del mundo, que es la del inodoro, pudimos comprobar que no estamos solos en la Galaxia, y que hay más gente que piensa y siente como nosotros, y que lo expresa como puede y donde le dejan. Que a veces sólo puede ser con un boli o con un “rotu”, en la puerta de un retrete. Como en la de aquel bar del centro de Farselona en el que entré, donde alguien, antes que yo y bolígrafo en mano, se había dedicado a llamar “chorizos” a Pujol y su cuadrilla (PP y PDECat), y a dar vivas a España y a la Constitución.

Porque, en la sociedad catalana, defender la Constitución del 78 –ésa que tanto nos costó conseguir, corriendo delante de los grises, soportando despidos en el trabajo y palizas en los calabozos de la Vía Layetana, incluyendo a más de uno que “se cayó” por las escaleras o “saltó” por la ventana– parece que se haya convertido en cosa de “fachas”, y haya que hacerlo de tapadillo. Los nazionalcatalanistas, que son los que tienen el monopolio de la “verdad absoluta”,  y descalifican a todo el que no piensa como ellos, imponen su pensamiento único no solo en la TV3 y en el resto de medios de comunicación untados con las subvenciones –que si no dicen amén a todo lo que les dicten desde el govern, directamente se las quitan–, sino también en la calle, en el espacio público que en teoría es de todos, pero que muchas veces también está vetado a quien ose oponerse al “Prusés”. El carrer és nostre, proclaman tan ufanos y tan soberbios –como dice la letra de Els Segadors–, cual Fraga Iribarne redivivo.

Los comentarios críticos tienen que hacerse, cada vez más, en voz queda, y pendientes de cómo agudizan el oído en las mesas de al lado, para que no te pase como a la editora Miriam Tey y al escritor Ferran Toutain, a los que les aireó por Twitter una conversación privada, y crítica con los secesionistas, un energúmeno prusesista que, para más inri, resultó ser un gacetillero sin principios que raja por los codos contra los españoles pero cobrando su sueldo de Radio Nacional de España. ¡Manda webs!

Se han apropiado del espacio público, atiborran las calles de Farselona con tenderetes que parece la cuestación del cáncer, y nadie tiene ganas de ponerse a discutir con ellos, el ambiente está cada vez más enrarecido, y hasta te increpa por la calle gente a la que no conoces, si te oyen decir cualquier cosa contra el independentismo o contra el “Prusés”.  Y en las reuniones familiares o las comidas de trabajo, la gente ya prefiere hablar solamente de si llueve o si hace calor, porque para qué te vas a pelear con el Oriol de turno.

Es que se ponen muy farrucos, y en cuanto les dices que lo que quieren hacer es ilegal ya te estás poniendo una especie de estrella de David virtual en la pechera; vamos, que te colocan entre los “fascistas”, “franquistas”, “represores de la voluntad de un pueblo” y zarandajas por el estilo. Y eso aunque ellos no hayan ido en su puta vida a ninguna manifestación por temas sociales, y tú en cambio te hayas chupado todas las huelgas por las mejoras salariales mientras ellos hacían de esquiroles… ¡Vivir para ver!

Total, que la defensa de la Constitución, en Cataluña, ha quedado relegada a los retretes. Porque, según ellos –y según algún otro tonto útil de fuera o de dentro de Cataluña, que no se entera o no quiere enterarse, que mucho ha estudiao y poco se ha enterao–, la Constitución del 78 es un candado, y lo que ellos defienden, en cambio, es la Democracia. Coño, ¡como si pudiese haber democracia sin Constitución! Que sí, que esta que tenemos a lo mejor no es la que queríamos, y que podríamos cambiarla. Pero, como dicen en mi pueblo, los cambios a mejor, ¿eh? Pa meter tontás como esa del “derecho a dividir”, NO. ¿Vale?

Porque la gente, en el fondo, tiene muy claro quiénes son los “xoriços” en este país: El PP, el PDECat y el Jordi Pujol. Y cuando hablan de país, saben en el que viven y quieren vivir, sin complejos: Viva España, ¡manque pierda! Y alguno, más culturizao, dice aquello de Viva la Constitución. Porque en eso hemos mejorado: los de “muera la libertad y vivan las cadenas” son ahora los del “Prusés”, no el pueblo.

Alguno, en catalán, aparte del de los chorizos, reclama ser dignos de Cataluña, y digo yo que con reclamar ser dignos es suficiente. Uno ha de ser digno consigo mismo, ni con Cataluña ni con España. La dignidad es una virtud deseable en todo ser humano. Y a otro ya se le va la pinza con el insulto made in spain más famoso, però en català, això si: “fill de puta”.

Hacía tiempo que no iba al centro de la Barcelona Adanista, y quedar con viejos amigos a tomar una birra te retroalimenta hasta cuando vas a cagar. Qué cosas tiene Farselona

Farragüas.

El Carmelo. Farselona. Julio 2017.