En el pueblo de mis padres, allá por el sur profundo de ese país extranjero que es España, dicen que me he pasao. Me refiero al discurso que le dediqué ayer al PSOE, en el debate de Investidura. “Oye, que Gabrielillo se ha pasao tres pueblos, ¿no? Aquí llevamos con los socialistas toda la vida y tampoco nos ha ido tan mal”, me cuentan que dijo la Angustias, la dueña del colmado. Y Salustiano, que lleva en paro desde que nació, se ve que comentó: “Pues yo, con mis tres peonadas al año, tiro p’alante desde que tengo uso de razón. ¿Y acaso me quejo? Pues eso”. De ellos lo entiendo, porque son gentes sencillas, ya saben, un poco paletas, de una tierra que no está al mismo nivel de desarrollo mental y material que nosotros, los catalanes. Vamos, que no entienden los entresijos de la alta política. Pero, ¿y los diputados socialistas? ¡Esas caras desencajadas (la de Antonio Hernando, siempre tan correcto, tan en su sitio, no tenía desperdicio), esos aullidos, esos lamentos, esos rasgamientos de vestiduras! ¿Pero de qué se sorprenden? ¿O acaso me quieren hacer creer que ellos no han perpetrado Reformas Laborales, leyes de patada en la puerta, entradas en la OTAN o Señores X ? Anda, que hace falta tener jeta. Por eso, por eso mismito les dediqué lo más florido de mi repertorio: que si PSOE Iscariote, que si Traidores, que si señor Gonzalex…¿Que fui cruel? ¿Que si podía haber tenido consideración de un partido que esa tarde se comía el sapo de votar a su enemigo de toda la vida, por obra y milagro del Ibex 35 y de los jerarcas de toda la vida, incluyendo al señor Gonzalex? Pues sí, podía haber sido más comedido, pero es que soy como el escorpión de la fábula: ya saben, aquel que prometió a la rana ayudarla a cruzar el charco sin picarla. Y luego le hundió el aguijón diciéndole: “es que así es mi naturaleza”. Vamos, que no me llamo Truhán porque sí. Quien me quiera, que me compre; y quien no, que le vayan dando mucho por… donde la espalda pierde su nombre. Porque, no seamos hipócritas: Hacer leña del árbol caído es guay. Te da un subidón de la ostia. Pruébenlo. De hecho, es uno de los deportes preferidos de los españoles. ¡Uy, pero qué he dicho! ¿Será que todavía soy un poco español? Recuérdenme que un día me haga un lavao de sangre, como hacen los Rolling Stones, pa limpiarme de todas las impurezas hispánicas. En fin, que llego yo todo contento a mi casa de parlamentario (un casoplón que te cagas), más contento que si hubiera estado empujando con la parienta, y en esto me conecto al Internés, más que nada pa ver a los sociatas supurar por la herida, y resulta que me encuentro con un personaje que España produce como hongos: el Tocacojones. Vamos, el que te alegra el día nada más salir de casa. Y me dice el tipo por el Twitter que si Esquerra Republicana no va en coalición con un partido corrupto hasta la médula, con las sedes embargadas; y que si además no hemos blanqueao y dado cobertura parlamentaria a su política de recortes salvajes. ¡Pero qué cabrón! Este tipo ha roto la regla número uno: Aquí, el único Truhán soy yo. Porque no hay nada que joda más a un chulo que encontrarse a alguien tan o más chulo que él. Y entonces noto cómo se me esfuma el subidón,  cómo me entra la flojera en las piernas y le contesto lo mismo que a la reportera de La Sexta al salir del Congreso: “Lo que hemos hecho con CiU es inciar un proceso de Autodeterminación, que además es Transversal”. ¿Qué? ¿Bueno, eh? ¿Cuela? ¿No? ¡A ver si vosotros también váis a ser un poco cabrones! En fin, lo importante es que me orino en los socialistas. Es mi naturaleza.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *